Tiene que haber una vida de fe y reconocer nuestra necesidad de Dios y de reconciliarnos con nuestro Padre celestial.
Un corazón muerto por el pecado no puede manifestar vida, porque la vida solo la da Cristo. La fe verdadera si no es vivida, no sirve de nada. «Entonces Jesús dijo al centurión: Vé, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora» (Mateo 8:13 )
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